Frente a una frecuente acumulación anormal de desechos en los intestinos, y a los problemas que esto genera, siempre resultará beneficioso practicar un drenaje. Si bien es necesario modificar contemporáneamente las causas que generaron dicha acumulación (carencia de fibra, desequilibrio de flora, excesos proteicos…), es prioritario deshacerse urgentemente de las viejas costras acumuladas.
En casos de estreñimiento leve u ocasional, puede bastar con incorporar fibras solubles o hierbas para normalizar el tránsito, pero difícilmente esta estrategia logre remover vieja materia adherida a las paredes intestinales. Como referencia, el Dr. Jensen cita casos de autopsias que mostraban un diámetro de colon de más de 20cm y apenas una diminuta sección libre del diámetro de un lápiz1 !!! Un simple cálculo matemático nos indica que un estreñimiento de tres días, mucho más frecuente de lo que se cree, nos hace convivir con desechos de 15 comidas distintas.
No hay dudas que efectuar una limpieza intestinal es algo netamente benéfico. Siempre se constatan experiencias sorprendentes, como la eliminación de algún producto ingerido inadvertidamente tiempo atrás, además de parásitos, barro biliar y moco colónico. Todo ello es fácil de visualizar con la técnica del lavaje colónico.
La limpieza intestinal se traduce en una agradable sensación de quietud interior, que en los días siguientes se traducirá en un mejor sueño, mejor aliento, la desaparición de erupciones o granos, e incluso la desaparición de olores corporales. También deben señalarse sus efectos tónicos, como la estimulación del hígado y otras glándulas abdominales, especialmente el páncreas. Finalmente digamos que la limpieza del intestino comporta una mejor absorción y asimilación de los alimentos.
Debido a los efectos de esta verdadera “arma de destrucción masiva” que es el alimento moderno, no es de extrañar el amplio consumo de fármacos laxantes, cuyos principios activos resultan irritantes y tóxicos. A nivel natural, es siempre preferible el uso de lavajes, enemas, sales e hierbas. Son recursos útiles y confiables, pero que deben ser elegidos y utilizados con cierto conocimiento. Por ello conviene profundizar en las virtudes y limitaciones de cada uno.
De todos modos, nunca deberíamos ser dependientes de estos métodos para regularizar la función intestinal. Las técnicas de limpieza deben ser siempre utilizadas para drenar la acumulación tóxica y reestablecer el orden fisiológico; la regularidad debe surgir luego, como natural consecuencia.
LAVAJE COLÓNICO
Este efectivo procedimiento consiste en hacer circular gran cantidad de agua tibia por simple gravedad y en flujo continuo. Se requiere la asistencia de un terapeuta y una particular camilla que permite adoptar una posición relajada. El paciente no retiene el agua que ingresa, sino que fisiológicamente va eliminando líquido y desechos mientras continúa ingresando agua limpia. Se suele hacer a lo largo de tres días, en otras tantas sesiones diarias de casi una hora.
Cómodamente acondicionado en la camilla, el paciente va visualizando los desechos que elimina a través de un hermético conducto transparente. Además de ayudar a tomar consciencia respecto a todo lo que acumulamos en los intestinos, el lavaje colónico permite resolver una serie de patologías asociadas a esta toxemia, tales como contracturas, congestión hepática, parásitos, hemorroides, prostatitis, tumores, edemas linfáticos, desorden circulatorio, divertículos, etc.
Hay gente que se opone a los lavajes intestinales, argumentando que barren la flora intestinal. Una persona con crónicas acumulaciones tóxicas en el intestino, ya no tiene flora, sino “fauna” intestinal. Eliminando parásitos, fermentos, microbios y toxinas, solo se puede obtener beneficio. Además, el organismo regenera muy rápido la flora benéfica, siempre que nuestros hábitos dietarios lo permitan. Lo que sí debería evitarse es el uso de laxantes, que comprobadamente destruyen la flora benéfica e irritan las paredes intestinales.
El lavaje colónico es el único método que permite limpiar en profundidad todo el colon, hecho que compensa la necesidad de recurrir a un terapeuta especializado ó su costo2. Las tradicionales enemas solo limpian un tramo del colon. Además, el lavaje colónico no es un procedimiento incómodo, más allá del eventual traslado geográfico obligado por la distancia al terapeuta más próximo.
El lavaje colónico tiene ciertas limitaciones en cuanto a su aplicación (hernias abdominales en fase aguda, operaciones recientes, embarazos de más de 4 meses, fallos renales…), requiriendo siempre la supervisión del terapeuta. Para ampliar conceptos respecto a esta especialidad, se puede consultar el libro “Terapias colónicas” de Gloria Beningaza.
Otra limitación del lavaje colónico es la imposibilidad de limpiar los varios metros de intestino delgado, que también acumulan toxemia crónica. La limpieza del intestino delgado es importante cuando realizamos la depuración hepática, pues cálculos y barro biliar se vuelcan apenas después del estómago, debiendo recorrer los dos intestinos antes de abandonar el cuerpo por medio de la evacuación. El método del agua salada tiene la ventaja de limpiar ambos intestinos, pero no suele ser suficiente para remover viejas y consistentes acumulaciones de moco colónico.
LIMPIEZA CON AGUA SALADA
Existe una antigua técnica hindú (shank prakshalana) que cualquiera puede realizar en su casa, sin costo alguno y en pocas horas. Nos referimos a la limpieza intestinal con agua salada. Es un método totalmente fisiológico; consiste en hacer correr agua a través de todo el tubo intestinal (no solo por el colon), hasta evacuarla con el mismo color que se ha ingerido, lo cual indica que el proceso ha concluido.
En este método de limpieza se utiliza agua salada (para que no sea absorbida por las paredes intestinales) y tibia (para incrementar su poder desincrustante). La práctica se complementa con la realización de ciertos movimientos que sirven para agilizar el tránsito del agua3.
Los beneficios de la limpieza con agua salada, respecto a enemas y lavajes colónicos, son varios. En primer lugar, logra limpiar ambos intestinos y no se limita al colon. En segundo lugar, puede realizarse sin elementos externos y en forma casera. Además, resulta un método totalmente fisiológico, al hacer circular el agua en el habitual sentido del tránsito intestinal.
Cabe señalar que esta técnica se emplea en determinados hospitales como complemento a curas de rejuvenecimiento en las que, bajo supervisión, se llega a efectuar incluso diariamente, complementada con caldos de verduras para remineralizar el organismo.
Sin embargo esta técnica tiene limitaciones en caso de estancamientos crónicos, de viaja data. La limpieza con agua salada no basta para remover antiguas costras, con textura y aspecto similar al caucho de los neumáticos (moco colónico). Estos desechos suelen adoptar la forma de los pliegues intestinales y ello dificulta aún más su eliminación. En dichos casos se hace imprescindible un lavaje colónico. La presencia de un vientre prominente es un claro indicador acerca de esta necesidad.
En caso de dudas respecto a que técnica nos conviene, aconsejamos probar la limpieza con agua salada, observando las reacciones emergentes. Si la práctica correcta del procedimiento no arroja resultados en cuanto a la fluida y regular evacuación del agua ingerida, es indicio que necesitamos recurrir a una intervención más radical: la hidroterapia colónica.
El ejercicio de limpieza intestinal con agua salada no se deberá efectuar si la persona atraviesa una crisis aguda de salud (fiebre, gripe, menstruación, diarrea, colitis, apendicitis, etc). Tampoco deberían efectuarlo personas que sufran determinados problemas digestivos como úlcera gástrica o duodenal, posoperatorios, cáncer de colon y obviamente, colostomías.
Resulta frecuente la consulta respecto a las personas hipertensas, dada la ingesta de agua salada y las proverbiales recomendaciones de evitar el consumo de sal. Justamente se coloca sal en el agua utilizada para la limpieza, para impedir que el líquido sea absorbido a través de las paredes intestinales y comprometa la función renal. La sal aporta además sus efectos bactericida, desinfectante, desincrustante y emoliente de los desechos adheridos a las vellosidades intestinales.
Por su parte, el problema de la persona hipertensa está más allá del exceso de sodio, y justamente tiene que ver con el crónico ensuciamiento y espesamiento de la sangre, a causa de una carencia de higiene intestinal y hepática, y una alimentación desordenada. Por ello, la limpieza de sus intestinos es justamente lo que más necesita. De todos modos, en casos de severa hipertensión y/o temor por una eventual descompensación, se puede reemplazar el agua salada por un caldo concentrado de puerros o cebollas, o bien recurrir al antes comentado lavaje colónico.
Luego de realizar este proceso depurativo, la persona escogerá instintivamente sus alimentos con mayor cuidado, porque habrá tomado conciencia de la sensación especial que se percibe tras haber limpiado el intestino. Es como tener un intestino nuevo; ya no existen la pesadez de estómago, las molestias o los gases, sino sensación interior de paz y bienestar, que se transmite al resto cuerpo.
MINI LIMPIEZA CON AGUA SALADA
Existe una versión “reducida” de la técnica con agua salada, que puede practicarse diariamente durante varios días, como preparación previa a la limpieza completa o bien como práctica depurativa de mantenimiento. Se realiza por la mañana, en ayunas, apenas levantados de la cama. Siguiendo las mismas directivas el método completo, se toman dos vasos de agua salada tibia y luego se realiza una serie de movimientos. Esto mismo se repite dos veces más, completándose seis vasos de agua y tres series de movimientos. Luego, se dejar pasar al menos entre media y una hora, antes del desayuno.
ENEMAS
En cuanto a los enemas, sabio método casero que utilizaban nuestras abuelas, pueden considerarse un “lavaje colónico restringido”. Su principio básico consiste en introducir agua en sentido contrario al flujo intestinal normal, para movilizar estancamientos repentinos o disolver acumulaciones en el tramo final del colon.
El enema más suave y sencillo es la ducha rectal, pequeño lavaje que solo trabaja sobre la ampolla rectal (culminación del colon), pero que a veces resulta útil para estimular por vía refleja, todo el peristaltismo intestinal. Es fácil de hacer, no exige retención del líquido y su efecto es rápido. Se puede repetir varias veces, sin riesgo alguno.
El método de la ducha rectal se basa en introducir unos 300cc de agua tibia en el recto, por medio de una pera de goma específica para tal fin. Esto se hace de pie, lubricando la cánula con aceite para evitar irritación y cuidando que la pera este bien llena para no introducir aire en el recto. No es necesario retener el agua, pudiéndosela evacuar de inmediato. De no lograrse resultado, se puede repetir el procedimiento, no existiendo riesgo de acostumbramiento. Una variante de este sistema es el enema de café4, que además ayuda a la desintoxicación hepática por su enérgica acción colerética.
Otro enema aconsejable es el lavaje de un litro. A diferencia de la ducha rectal, aquí se debe retener el agua introducida, para dar tiempo a disolver el material estancado. Son útiles para desbloquear obstrucciones, pero su efecto, al usar solo un litro de agua, esta limitado al colon descendente (tramo final). Si se utiliza mayor cantidad de agua, es necesario adoptar posturas especiales, pues el líquido puede alcanzar el colon transverso y entonces no se puede evacuar por simple gravedad. Para que el efecto de este lavaje sea positivo, es necesario retener el agua durante unos minutos. No conviene aplicarlas repetidamente, para no desequilibrar la flora intestinal.
El método demanda colgar el recipiente irrigador a cierta altura para favorecer el ingreso de agua al intestino por gravedad y mantenerse acostado sobre el lado izquierdo. El agua debe tener la temperatura del organismo (37º), pudiendo usarse una infusión bien filtrada de hierbas antiinflamatorias (malva, manzanilla, llantén, etc) y/o adicionarse una cucharada de aceite de oliva. Lo ideal es retener el agua entre 5 y 10 minutos, antes de evacuarla.
SALES DE MAGNESIO
El sulfato de magnesio es la clásica “sal inglesa”, de afamado efecto purgante. Si bien hay varias recomendaciones, hay una técnica, que algunos definen como una verdadera “enema oral”. Consiste en beber durante tres semanas en ayunas, una cucharadita diaria de sulfato de magnesio, diluida en un vaso de agua tibia.
Hay quienes utilizan para este fin otras sales magnesianas, como el citrato de magnesio, de sabor menos amargo. Esta técnica sirve para limpiar desechos y parásitos alojados en las paredes de ambos intestinos. Puede generar gases o calambres, natural efecto del proceso de remoción de la toxemia acumulada.
Muchas personas también encuentran ayuda a la función intestinal con el consumo del cloruro de magnesio, que además de moderar los desórdenes digestivos e intestinales y tener efecto laxante, aporta otros beneficios: nutre, disminuye el agotamiento intelectual, elastiza las arterias, cura la artrosis, elimina la atrofia muscular, remedia el desequilibrio mineral, alivia la fatiga, previene problemas de próstata y tonifica.
Si bien el tema se desarrolla en una monografía específica5, citamos aquí sus indicaciones de consumo. Se diluyen 50 gramos de cristales en un litro y medio de agua, bebiéndose una copita del licor al día. Aunque resulta inocuo -y hoy día hasta necesario por la generalizada carencia de magnesio- se sugieren períodos alternos en su consumo, a fin de evitar posibles excesos.
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[1] Ver libro “Limpieza de los tejidos a través del intestino” - Dr. Bernard Jensen - Editorial Yug
[2] Es la única técnica depurativa indicada en este libro, que no puede practicarse en casa y sin auxilio de un terapeuta.
[3] La técnica completa se detalla en el Apéndice, al final del libro.
[4] Ver detalle en el apartado “El hígado” - Técnicas de limpieza
[5] Ver monografía en www.prama.com.ar
Extraído del libro "Cuerpo Saludable"
http://www.nutriciondepurativa.com.ar/